lunes, 23 de mayo de 2011

miércoles, 18 de abril de 2007

Apuntes. Segunda parte

OBSERVACIÓN INICIAL
Al ser humano, por más que intente su objetividad y expresión sin influencia, lo postulamos como un “ser en relación” y su propia historia vivida lo marca para expresarse desde su realidad para abrirse a nuevos horizontes. El asumir y tomar conciencia de su universo le hará posible descubrir los elementos necesarios para reconocer sus limitaciones y capacidades, desde ellas podrá dialogar con otras realidades…
(Apuntes de: BENTUE, A.; La Opción Creyente. Introducción a la Teología Fundamental.)
Fides, si non cogitetur, nulla est…
Nullus quipple credit aliquid,
nisi prius cogitaverit esse credendum
.
(Una fe que no se reflexiona es nula…
Puesto que nadie cree en algo si antes
no está convencido de que ello debe ser creído.
San Agustín, De praedestinatione sanctorum, c. II, 5; PL 44, 963)
PRELIMINARES
La teología pretende ser una reflexión metodológica y “saboreada” (sapientia) sobre la verdad revelada por Dios: un esfuerzo de “inteligencia de la fe”.
Ahora bien, esa verdad revelada no es solo una manifestación de Dios a fin de que el hombre sepa y admire qué es la divinidad. Antes que nada, la revelación es un acontecimiento y una palabra dada al hombre y para el hombre: “la verdad que Dios quiso que se consignara en las Sagradas Escrituras para nuestra salvación” (Constitución conciliar Dei Verbum, 11; cf. Rom 15,4).
Toda reflexión teológica debe ser, por lo mismo, reflexión antropológica. El mensaje revelado sólo tiene sentido para el hombre y a partir de la situación humana.
Así, pues, esta simple constatación inicial determinará tanto los objetivos como el método de este texto de teología fundamental
Objetivos
Ubicar la teología en relación intrínseca a ala situación del hombre en el mundo.
Captar exactamente dónde se inserta el sentido de la Palabra revelada y la correspondiente opción de fe, frente a las interpretaciones inmanentistas de esa situación humana.
Comprender temáticamente las categorías fundamentales de las categorías bíblica y cristiana, interpretándolas adecuadamente.

Esta reflexión teológica fundamental no versará, pues, sobre los contenidos de nuestra fe (lo que creemos), sino sobre el significado de “creer”. ¿Qué significaba “creer” para el pueblo de Israel y para la Iglesia primitiva? ¿Qué ha significado a lo largo de la historia cristiana? ¿Cuáles son los conflictos fundamentales que la actitud de fe ha planteado a la razón? ¿Cuál es el nivel de significado del lenguaje teológico que suscita la fe y cuál es el nivel en que operan nuestros conocimientos objetivos de la naturaleza?
He aquí algunas de las cuestiones más fundamentales implícitas en la categoría teológica de fe, que deberán ser objeto de nuestra reflexión como cuestiones de teología fundamental.

La reflexión teológica fundamental cuenta con dos caracteres, como fundamentación o defensa, función crítica, y análisis de las categorías teológicas fundamentales, función hermenéutica.
FUNCIÓN CRÍTICA
Desde los inicios la teología cumplió una función defensiva o apologética (= respuesta o defensa, cf. 1 Pe 3,15: exhorta a estar “siempre dispuestos para responder (“pros apo-logían”) a cualquiera que les pida razón de la esperanza que hay entre ustedes). Los padres del siglo II fueron llamados Apologetas… Durante el curso de la historia de la Iglesia se desarrolló, de diversos modos, una modalidad defensiva o apologética de la teología.
FUNCIÓN HERMENÉUTICA
Hermenéutica (= disciplina interpretativa del lenguaje en general. Del griego “hermeneuein” = interpretar). La teología fundamental cumple también una función hermenéutica o interpretativa de las categorías teológicas fundamentales; reflexionando
y buscando criterios de interpretación (hermenéuticos) de esas categorías.
Revelación y fe son analizadas buscando sus características teológicas y ubicándolas dentro de un marco de interpretación del lenguaje bíblico y teológico en general. Para esto, la teología fundamental debe servirse de aportes lingüísticos y filosóficos. Lo cual nos lleva al diálogo con otras disciplinas humanas.
La falta de criterios hermenéuticos adecuados llevó históricamente a la Iglesia a enfrentar problemas aparentemente insolubles entre fe y ciencia… Estos mismos ayudaron a madurar los criterios hermenéuticos.
EL MÉTODO TEOLÓGICO
La teología es una ciencia. Característica específica de toda ciencia es el método. La validez de una ciencia se presenta por lo adecuado de su método.

inducción y deducción
verificación experimental y ley universal

El concepto de ciencia aplicado a la teología es más cercano al concepto propio de la filosofía, aunque no es tampoco asimilable completamente a éste… la filosofía u ontología de la ciencia del ser es cuanto tal. V.g. principio de contradicción (nada puede ser y no ser al mismo tiempo), el principio de causalidad (todo efecto tiene una causa proporcionada)…

La teología se basa en las fuentes de revelación: Tradición y Escritura. La validez del razonamiento teológico dependerá de la coherencia objetiva en el proceso deductivo a partir de los “datos” encontrados en las “fuentes” de la teología.
Santo Tomás en la Suma Teológica plantea que ninguna ciencia puede partir desde cero, sino que presupone como “datos” demostrados por otras ciencias muchos puntos de los cuales se basa para sus propias deducciones. A esta interdependencia de las ciencias las llama “subalternación”.

Verdad, Bondad y Belleza son elementos expresivos de la Unidad.

EL HOMBRE COMO INCÓGNITA Y COMO BÚSQUEDA
A. SITUACIÓN DEL HOMBRE EN EL MUNDO
Análisis fenomenológico de la vivencia básica del hombre: vida, convivencia y muerte.
El problema de la muerte
El hombre se encuentra en la existencia como el único consciente. Esa conciencia lo hace precisamente hombre. Vive y sabe que vive. Este privilegio lo convierte en el único viviente capaz de dar sentido a lo demás. La existencia necesita absolutamente de una conciencia para tener sentido y ése es el hombre; por eso es el “rey de la creación”… El hombre es el único que sabe que vive y esto lo lleva a tener conciencia también de que es el único que sabe que va a morir… Lo hace desgraciado, pues conoce la frustración como ley básica de la existencia. Y esto convierte su existencia en un posible absurdo.
Problema de la vida
El principal problema de la vida es la muerte. Deseamos “salvar la vida”. Pero una vida sin muerte podría ser un problema mayor. Así la muerte puede aparecer como una solución al problema de la vida (monotonía, vacío, sentimiento de radical inconsistencia)… Podría ser algo así como “pasar la vida” (trabajar para comer, comer para trabajar y eso hasta morir). Las “obras” surgen como solución práctica para camuflar el problema básico de la vida… (Cf. Eclesiastés: “Proclamaré dichosos a los muertos que se fueron, más dichosos que los vivos que viven todavía y más dichosos aun a los que nunca vivieron y no vieron lo malo que debajo del sol se hace” Qoh 4, 2-3. 1,1-18. Sir 40,1-8).
Problema de la convivencia
Amor, Solidaridad, Fraternidad universal –palabras bonitas- ¿Se puede una convivencia sincera o el amor desinteresado? La tendencia humana es a la “voluntad de poder” y no a la con-vivencia. Altruismo v/s el egocentrismo radical. (Homo homini lupus = el hombre es un lobo para el hombre) (Sastre: “el otro es un infierno”).
B. ALIENACIÓN Y OPRESIÓN
La estructura egocéntrica del ser humano determina, por otro lado, la agudización del problema del hombre, no ya al nivel ontológico descrito hasta ahora, sino al nivel histórico (óntico). El problema radical de la muerte, la vida y la convivencia, que afecta al hombre como tal, se “camufla” bajo formas de alienación opresora, que es importante detectar.
El espectro de la muerte provoca en el hombre la búsqueda de vivir al máximo, evitando en lo posible el cuestionamiento radical planteado por ese tener que morir. De esa forma, la vida tiende a convertirse en un esfuerzo frenético de acción (poder) y evasión (confort y riqueza), que permita experimentar la “seguridad” en la vida. Pero ese intento de negar la muerte y vivir la vida plenamente está marcado por el egocentrismo radical de nuestra estructura psico-biológica. Ella hace de la lucha por la vida una lucha selvática para ahuyentar o disimular al máximo la amenaza de la muerte. La historia va desarrollándose, así, en función del “poder”. Los que “pueden” más buscan vivir mejor, arrasando en su camino a los que pueden menos. Los mecanismos subconscientes o dialécticos de esta lucha por el poder, que permita vivir mejor y camuflar el espectro de la muerte, ha desembocado en las situaciones históricas de un mundo de hombres y mujeres radicalmente desiguales, en donde el poder de un sector minoritario permite a unos pocos gustar opulentamente de la vida a costa de que otros muchos queden sumidos en la miseria.
(Armamentismo, espionajes, manipulación de sistemas de valores por medios de comunicación social,…)
…La huida alienante del hombre antes su propia inconsistencia mortal y egocéntrica provoca la búsqueda desesperada de riqueza, que permita experimentar la vida propia como fundada. El ansia de posesión de riqueza desencadena a su vez la lucha por el poder, que asegure el logro creciente de los bienes a costa de mantener fuera de competencia a las grandes masas, utilizándolas sólo como productoras y multiplicadoras de bienes de capital para unos pocos.
Esto lleva a proyecciones de que valen los que tienen, los grandes ricos y poderosos son “admirables y deseosos” (v.g. publicidad). Los sentimientos son de que los que surgen son los que tienen riqueza y poder y se puede adquirir por la educación de los hijos y la suerte en juegos de azar. Las telenovelas y las noticias de la aristocracia y la farándula alimentan y aumentan los gustos de los pobres… Los medios de comunicación masiva pueden alienar no sólo la conciencia, sino incluso el subconsciente de las personas sentadas frente al televisor…
La pretensión alienante de que el “tener” funda al hombre, dándole consistencia valórica, permite así mantener, e incluso agudizar, la situación opresiva de unos pocos a costa de la mayoría desposeída y consolada de su miseria por la ilusión de que, gracias a los mismos mecanismos del sistema imperante, podrán algún día también ellos entrar en el “mundo de fantasía” del confort, el poder y el dinero.
La riqueza lleva al rico a sentirse “seguro” de su poder…
Poderes de este mundo: placer, poder y riqueza
Pobreza de espíritu: disponibilidad real a la renuncia de los poderes de este mundo.
… la libertad de espíritu es propia de la pobreza es raramente posible en la situación de miseria e imposible en la situación de riqueza…
EL “PECADO ORIGINAL”
En la Biblia, los 11 primeros capítulos (Gn 1-11) se concentran la experiencia problemática de la existencia autónoma del hombre. Muestra dos situaciones de la pareja humana, una utópica y otra con los condicionamientos de la realidad. Ambas escenas centradas en las coordenadas de la existencia: vida, muerte y convivencia.
Escena “utópica” inicial:
vida conciente, realidad propia de Dios (Él se pasea por los jardines)
inmortalidad, (el árbol de la vida en medio del jardín)
perfecta convivencia, (ahora sí que ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne)
… no hay “ley de la selva”… (comer carne v/s comer vegetales)
“comer del fruto del árbol de la vida que había en medio del jardín” (símbolo de la consistencia inmortal que constituye el núcleo de la utopía.
“comer de él” = intento de fundar el sentido de la propia vida, autonomía…
se les abren los ojos: no ven la consistencia inmortal y armónica de la utopía inicial, sino su desnudez.
Escena de la “inconsistencia de la vida”
· la muerte, como destino ineludible.
· imposibilidad de la convivencia armónica (Adán y Eva no se entienden, Caín mata a Abel y la dispersión de lenguas en Babel) …
La primera escena muestra el deseo profundo del ser humano de una auténtica intuición de lo que le espera al hombre, aunque no cuente con expectativas autónomas…

D. REDUCCIÓN INMANENTISTA DEL PROBLEMA DEL HOMBRE
(líneas de pensamiento no creyente)
1. Positivismo científico
1.1. Reducción evolucionista: La vida emerge de la no-vida (impulso dinámico e impulso de inercia)… “la flecha evolutiva sigue después por el hombre, con quien emerge la conciencia. Los vivientes concientes no se resignaron a volver a la no-vida o materia inorgánica, ahí nace el problema de la muerte. De este modo surgen los problemas de la vida y la convivencia…
1.2. Reducción marxista: Partiendo de la reducción evolucionista, aporta su propia perspectiva. (Feuerbach):
1.2.1. la situación mortal del hombre es un problema angustiante. Siente el deseo de la inmortalidad y choca con la realidad frustrante de la muerte.
1.2.2. la vida también es problemática, pues está
1.2.2.1. limitada por el espacio y el tiempo y
1.2.2.2. porque el hombre no es capaz de dominar la naturaleza
1.2.3. lucha egoísta del hombre contra el hombre (adversario de sus semejantes v/s amar y ser amado)
Intento de respuesta:
1. recurriendo a la magia, mitos, esperanzas religiosas… No se puede superar: el hombre muere y no quiere morir. La inmortalidad no se refiere al hombre individual, sino al género humano: la Humanidad como tal es inmortal. Se solucionaría el problema de la muerte cambiando el centro de atención del individuo al género humano…
2. el progreso técnico muestra la creciente omnipresencia del hombre en el espacio y el tiempo, lo que va demostrando la omnipotencia inagotable del género humano. –transindividualidad –
3. utopía marxista. (respuesta inmanente).
Así los problemas individuales son absorbidos por el gran futuro de la humanidad…
Interpretación de la religión en general y del cristianismo en particular (Feuerbach):
El cristianismo es un mensaje que pretende soluciona r el problema del hombre.
· Propone un Dios inmortal y dador de inmortalidad, así responde al problema de la muerte.
· un Dios omnipotente y omnipresente, soluciona la limitación espacio-temporal y la frustración de la naturaleza experimentadas por el hombre
· un Dios amor que procura la superación del egocentrismo hostil del hombre, dando así solución al problema de la convivencia.
El mensaje del cristianismo es fundamentalmente verdadero (Feuerbach), la esencia del cristianismo es verdad y Dios es la humanidad mitificada.
1.3. Reducción psicoanalítica freudiana
(las dos reducciones anteriores podríamos denominarlas “optimistas”. El ser humano puede conseguir perfectamente su superación)
Freud es también positivista, con mayor escepticismo (que él considera realismo científico)
Para Freud el hombre es un ser frustrado de nacimiento. Frustración que proviene del inevitable hecho de su deseo (libido) pretende satisfacerse de una forma imposible, dadas las condiciones de la existencia humana… todo lo que hace el hombre viene determinado desde el subconsciente por la libido narcisista. El instinto de placer o libido choca con una realidad frustrante, la misma vida (…) El hombre ha debido afrontar la realidad más fuerte que su propio deseo (individual y colectivo). Los descubrimientos de Copérnico, Galileo y Newton sacaron al hombre de la visión geocéntrica y antropocéntrica, donde el narcisismo se vio tocado fuertemente. Luego los descubrimientos de Darwin, el hombre tuvo que pasar de una concepción estática a una visión evolutiva (ya no como rey de la creación). Finalmente, el psicoanálisis muestra que el hombre no sabe cuáles son los móviles reales de sus actuaciones. No es la conciencia libre lo determinante, sin el subconsciente, cuyas leyes fijas trata de detectar la ciencia psicoanalítica.
Así el problema del hombre queda reducido de una forma nueva. El narcisismo está siempre presente en el hombre e intenta superar el problema por un camino indirecto: la sublimación. Es una proyección ilusoria de la propia “omnipotencia del deseo” que nada tiene que ver con la realidad frustrante. (Freud impulsa la lucha técnica contra la muerte y no una simple aceptación pasiva.)… El problema de la vida se supera, pues, por un arte de vivir que esté en el equilibrio entre el principio de realidad. Para ese equilibrio el psicoanálisis representa, según Freud, un aporte fundamental. La convivencia se puede dar entre los hombres aceptando una especie de “ley de semáforo”: yo respeto parte de tu deseo, frustrando parte del mío, a condición de que tú respetes también parte de mi deseo, frustrando parte del tuyo. (Freud, a partir de 1920, descubrió que en el subconsciente humano hay otro principio, principio de muerte –thanatos- que mueve el psiquismo humano no ya por el deseo libidinal (eros), sino por el puro deseo de destrucción (sadismo) y de autodestrucción (masoquismo). El hombre siente en sí mismo la atracción por la muerte, como regreso a la materia inorgánica de donde la vida emergió en la escala evolutiva. Ello hace que la lucha del hombre contra el hombre (ley de la selva) no sea sólo una lucha por la vida. El eros está en pugna con el thanatos. Freud expresa su anhelo de que triunfe el primero, pero, por otro lado, no está seguro de cuál será finalmente el desenlace.
2. En la filosofía moderna
La forma de interpretar al hombre y su problema, lo hemos visto desde las ciencias positivistas, las cuales ven al hombre como un fenómeno, efecto de ciertas causas. Reducen el problema a las causas biológicas, sociales, psicológicas y estructurales que lo producen.
En las corrientes filosóficas contemporáneas, la reducción inmanentista del hombre aparece desde una perspectiva distinta.
La filosofía no busca las causas que producen el fenómeno humano y sus problemas, sino el sentido de ese fenómeno.
Es una reducción inmanentista, pues pretende buscar respuesta al problema humano sin salir del mismo hombre y su mundo, sin trascenderlo.
2.1. La muerte del fundamento de los valores (Nietzsche)
El voluntarismo dice que en la voluntad del hombre estaría la clave para superar sus problemas fundamentales. El más clásico de esta corriente es Schopenhauer y es el que marca el pensamiento de Nietzsche.
(Nietzsche) El problema del hombre está determinado por la jerarquía de valores que condicionan su cultura. El hombre occidental está condicionado por la “cultura cristiana” (“semítica y plebeya”) inspirada en una actitud resignada ante las dimensiones fundamentales de la existencia (muerte, vida y convivencia), en lugar de un sentimiento heroico. El héroe nunca se resigna, sino que enfrenta la existencia con “voluntad de poder”.
El problema del hombre viene de su resignación plebeya. Para superarla debe buscar su afirmación en el poder. Para ello debe eliminar el fundamento de los valores establecidos por la cultura cristiana: Dios. Por esto proclama la “muerte de Dios”.
Sin Dios todos los valores caen de su base: la muerte, cuyo problema llevaba a buscar el consuelo y la resignación ofrecidos por Dios, ahora aparece con toda su crudeza como una tarea heroica; la vida ya no es una monótona sucesión de días, sin el relieve de las grandes pasiones y las grandes realizaciones de poder, sino que s la constante búsqueda de autoimponerse; esto mismo elimina el problema de la convivencia. Este problema se suscita debido a la igualdad entre todos los hombres. Ahora bien, eliminando el fundamento de ese valor, la convivencia y ano es problema, puesto que el dominio del más fuerte se impone ahora como el auténtico valor.
Los valores cristianos son los causantes de captar muerte, vida y convivencia como problemas. Eliminando el Dios que fundamenta esos valores –reduciéndolos a la nada (“nihilismo”)- se puede crear un hombre nuevo que no tema a la muerte y que enfrente orgulloso su destino, hombre con un proyecto constante de poder, hombre que domina a la masa y así supera la problemática de la convivencia igualitaria.
2.2. La existencia humana como absurdo (Sartre)
Uno de los existencialistas más representativos es Sartre. Su orientación es atea y reduce, por lo tanto, el problema del hombre a su dimensión inmanente, sin referencia posible a una realidad que lo trascienda en su finitud radical.
El Ser y la Nada (Sartre): estudio muy técnico, pretende mostrar que el problema del hombre: muerte, vida y convivencia, como pseudo-problema, pues se presenta como problema algo que no es solucionable y por lo tanto no planteable como problema. Es un simple “hecho” que hay que describir sin pretender “explicarlo” o solucionarlo.
El hombre aparece como autocontradicción absurda: “Es lo que no es y no es lo que es”:
El ser propio del hombre, lo que hace que sea humano está constituido por su conciencia libre. La cual aparece como una presencia en el mundo de una realidad que no es mundo, es decir, que no es reducible, a “objeto”. Se trata del sujeto en cuanto realidad no objetivable. Y como todo nuestro conocimiento no hace más que captar las “objetividades”, el sujeto, al no ser objetiviable, se nos presenta como no ser: algo sobre lo cual no podemos propiamente hablar ni pensar, pues al hacerlo lo objetivamos y así lo perdemos en su ser propio inobjetivable.
De este modo, Sartre reduce el problema del hombre al absurdo, y por lo tanto suprime el carácter mismo de problema que implica la posibilidad –al menos teórica- de solución.
Así, la muerte del hombre aparece como autocontradictoria o absurda, porque se presenta como la reducción a la nada de la nada (aniquilación de la conciencia libre).
La vida, es absurda, pues ella sólo es posible gracias a ala conciencia. Sólo es lo que puede ser pensado. Y en cambio, esa misma conciencia que hace posible la vida no es ella misma pensable sin eliminarla como conciencia inobjetivable.
La convivencia es también autocontradictoria, debido al absurdo o autocontradicción de la vida humanana. Porque, toda conciencia tiende a reducir al otro a objeto, a eliminarlo como sujeto. Igualmente el otro tiende desde su conciencia a convertirme a mí en objeto de su conciencia: tiende a objetivarme. Por esta razón, Sastre dice que “los otros son mi infierno”, porque me objetivan, quitándome así mi ser propio inobjetivable; o sea, mi no-ser, con respecto al ser objetivo.
Esto lleva a una experiencia fundamental: la conciencia finita o no es o es participación de una conciencia infinita. Es decir, el ser no es el ser objetivable, sino el ser no objetivable en cuyo ámbito se ubica el ser popio de la conciencia libre.
Por otro lado (Sastre) excluye la posibilidad de una conciencia libre infinita (= Dios), porque para él la conciencia libre infinita no puede existir porque ser libre es poder optar por algo que no tengo y que me es posible. En cambio el concepto de Dios implica una absoluta perfección o carencia de posibilidad de algo que no tenga. Implica, pues, necesidad absoluta.
Sin Dios, no hay valores absolutos. Todo es relativo al sujeto que existe. El mismo sujeto crea el valor al autodeterminarse libremente. La libertad pura, sin contenido objetivo, es el único valor y el constitutivo esencial de la conciencia. Es bueno lo que yo decido y por el hecho de decidirlo libremente. Es malo lo que me es impuesto sin mi decisión libre, y por el mismo hecho de no ser decisión libre.
Sin embargo, el hombre busca fundar su ser absolutamente; anhela superar la “relatividad” de sus decisiones libres. Anhela, en el fondo, ser Dios.
Ello es un sueño imposible, porque Dios es imposible (autocontradictorio). Y así el hombre resulta ser una “pasión inútil”, un absurdo.
Toda realidad humana es una pasión, por cuanto proyecta perderse para fundar el Ser y para constituir al mismo tiempo el en-sí que escape a la contingencia, siendo fundamento de sí mismo, el Ens causa sui que las religiones llaman Dios. Así la pasión del hombre es inversa a la de Cristo, pues el hombre se pierde en tanto que hombre para que Dios nazca. Pero la idea de Dios es contradictoria y nos perdemos en vano: el hombre es una pasión inútil.
2.3. La existencia humana como tragedia (Heidegger)
Martin Heidegger, discípulo de Husserl, la fenomenología en su aplicación al análisis de la existencia humana es su campo.
Heidegger distingue dos niveles de análisis de la comprensión de la existencia humana: nivel de hecho (óntico) y nivel de significación (ontológico).
Existencia humana (dimensiones y características):
1. el hombre se encuentra como “lanzado” en el mundo, dentro de un sistema de valores y de comportamientos establecidos previamente a su propia decisión; ello determina su existencia a partir de lo que “se piensa o se dice”
2. el hombre tiende, por otro lado, a “adaptarse” y no salir de ese mundo establecido; decide asumir su sistema de valores. De esa manera, su situación en el mundo no es sólo la de “lanzado” en él, sino que, por su permanencia voluntaria dentro del sistema mundano establecido, el hombre está también en situación de “caído”.
La situación de “lanzado” y de “caído” en que se encuentra el hombre en el mundo constituye una existencia inauténtica. La inautenticidad está en que lo que de hecho es la existencia general del hombre no debería ser así, sino que el significado auténtico de la existencia es otro. (…)
Para detectar el significado final del ser del hombre (estructura ontológica), es decir, su existencia auténtica posible, se encuentra el fenómeno de la angustia.
Distingue entre angustia y temor.
Temor: sentimiento de miedo ante un peligro intramundano (…) son en principio controlables. La técnica adecuada procurará asegurar la calidad para quitar el peligro y eliminar el temor.
La situación inauténtica del hombre le lleva a considerar los peligros como simplemente intramundanos y causantes de temor. El temor se puede suprimir combatiéndolos técnicamente.
De este modo, el hombre camufla su situación real ontológica que provoca la angustia (irreductible a temor). La angustia no es suscitada por peligros intramundanos, sino por el mero hecho de existir. Heidegger dice que la angustia proviene de “ser en el mundo en cuanto tal”, a diferencia del temor que es causado por situaciones externas a la misma existencia como tal.
¿Y por qué el hombre camufla la angustia en el temor?
Heidegger dice: porque el ser humano no soporta afrontar su existencia como falta de fundamento ontológico en sí misma. La angustia es síntoma de que el hombre “no está en su casa en el mundo” de que su existencia no está fundada. De ahí que “la angustia existencial” no deriva de situaciones o formas de existencia (pobreza, enfermedad, ignorancia…), sino del mismo hecho de existir en el tiempo finito.
Esta angustia existencial afecta a toda la realidad humana: muerte, vida y convivencia.
Las utopías técnicas tratan la enfermedad y la muerte como un problema intramundano que infunde temor, pero como tal solucionable; lo mismo los progresos en el “nivel de vida” y en las múltiples distracciones o actividades que tratan de crear una vida sin problemas y, por lo tanto, no temible; finalmente las utopías de “solución social”, que permitan una perfecta convivencia, buscan también superar el problema de la falta de convivencia, eliminando así el temor que ésta provoca.
Muerte, vida y convivencia son de por sí mismas angustiantes por más que el hombre trate de camuflar esa angustia.
Según Heidegger, el problema de la existencia humana debe solucionarse afrontando esa existencia en su realidad angustiante. Esa es la existencia auténtica…
Afrontar la muerte como destino propio, tomando conciencia heroica que soy-para-la-muerte.
La vida, como marcada por el sello de finitud, cuya expresión fundamental es la muerte.
La convivencia, por el hecho de que estamos todos en la “carrera hacia la muerte”
(situación que lleva a la falta de estímulo por la competencia por evitar la muerte y asegurar mejor la vida)
Esto provoca mi finitud radical y, por tanto, mortal. Eso hace de la existencia humana auténtica una existencia trágica. Y éste es, para Heidegger, el sentido final de la existencia.
3. En la postmodernidad.
3.1. Crisis de las utopías modernas.
Característica de la modernidad fue la agudización de positivismo (intento de reducir el ser y por lo mismo la verdad al objeto de comprobación científica) y el nihilismo (agudización de la perspectiva atea: Dios no es, y por lo tanto, nada es absoluto, no hay valor alguno sustentable)…
Desde la razón autónoma (como único criterio del ser y de la verdad) surgieron las utopías modernas, como proyecciones hacia el futuro de las posibilidades autónomas del hombre, sustituyendo así a la esperanza escatológica. Entre ellas:
i. Utopía del progreso, el mundo es capaz de superar todas las limitaciones de la existencia humana gracias a la eficiencia científico-técnica (confort) v/s mito del Paraíso –captialismo-
ii. Utopía del nacionalismo, (desde s. XVIII), tiende a identificar el futuro de cada ciudadano con el conjunto nacional o étnico al cual pertenece. Así, el éxito de la propia nación se identifica con el carácter inmortal de la patria. El ciudadano que se identifica con ella puede participar de esa inmortalidad. (potenciación de la mitología militar del valor de dar la vida por la patria, como camino de inmortalización propia)… es un elemento para justificar el armamentismo como instrumento de defensa nacional y de los supremos intereses de la patria.
iii. Utopía socialista (…) Proyecta una construcción autónoma de una sociedad futura en que habrán sido superados los problemas de convivencia (por la eficiencia del proceso dialéctico de lucha de clases, liderado por el proletariado y sus élites dirigentes.
La dimensión autónoma moderna de estas tres utopías se contrapone a los anuncios escatológicos propios del cristianismo, considerados ahora como míticos (pre-modernos): la felicidad celestial (Paraíso), la inmortalidad individual (Resurrección final) y el acceso a la comunión trinitaria (Amor infundido en el hombre por el Espíritu Santo).
Decepción en las utopías dejó el siglo XX:
i. Progreso indefinido: dos guerras mundiales, dos bombas atómicas en Japón y riesgo de desastre nuclear generalizado. La búsqueda de un paraíso de bienestar por el proceso técnico ha llevado al deterioro ecológico. El tercer mundo no ha tenido avances ante el capitalismo promotor del progreso científico-técnico, más bien se ha agravado la situación de los pobres.
ii. Nacionalismo: nazismo y fascismos europeos, millones de seres humanos exterminados… en América latina, sistemas de seguridad nacional y detenidos-desaparecidos…
iii. Socialismo: a partir de la Perestroika, pérdida de la aplicación de la antigua Unión Soviética,…
La pérdida de estas tres grandes utopías lleva a un cambio cultural en occidente que hoy es expresada como postmodernidad.
3.2. Del nihilismo al pragmatismo
El fracaso de las utopías autónomas modernas ha llevado a retomar la raíz nihilista del pensamiento de Nietzsche, base del pensamiento postmoderno actual. Es una voluntad de poder pluralista y ajena de los absolutismos mitificadotes.
La reflexión postmoderna comporta una ontología light, a la cual el hombre actual se siente condenado, a pesar de que la pueda experimentar como insoportable. No está “ni ahí” con ningún tipo de pensamiento utópico (moderno) ni escatológico (pre-moderno). Se conforma con la mera fugacidad del propio ahora y aquí. No le importa ni el pasado (tradición) ni el futuro (utopía). Con la modernidad se había decepcionado de pasado y ahora se ha decepcionado también del futuro, abriéndose así a la postmodernidad, cuyo único interés es el presente.
Esto lleva a la relativización del discurso normativo propio de la ética y de los referentes religiosos absolutos (monoteísmo) que pretenden fundarla. Para el pensamiento postmoderno, no hay una moral objetiva (ley natural) que sea normativa para todos, ni tampoco existe un único Dios de quien pueda proceder esa norma válida universalmente. Sólo existen hechos naturales a los que atenerse (amor a cada uno por sí mismo) –amor propio- ética pragmática (consensos prácticos) –verdad relativa-

lunes, 16 de abril de 2007

Apuntes iniciales.

INTRODUCCIÓN

De la filosofía positivista (s.XIX) cierto tipo de antropología consideró a la religión como un epifenómeno del ser humano determinado por ciertas influencias culturales

“ateo” por naturaleza

y la dimensión religiosa como resultado de influencias “culturales”

Análisis estructuralistas y fenomenológicos modernos llevan a la conclusión inversa

el ser humano es “naturalmente religioso”

aunque pueda a veces resultar

“culturalmente” ateo.

Autonomía – Teonomía

La historia de la religión coincide con la historia del hombre.

(La Tebaida de Publius Statius: “Prius in orbe deos fecit timor” – “En el inicio del orbe, el temor hizo a los dioses”)

Lo sagrado à fundamentación trascendente de la realidad “profana”

búsqueda del sentido trascendente de su existencia.

BÚSQUEDAS PRIMITVAS DE RELIGIOSIDAD.

RELIGIÓN Y MAGIA.

Primeros vestigios de religiosidad.

Primeros homínidos: “Sinántropo” (“homo pequinensis”)

“Pitecántropo” (“hombre de Java”)

Ambos “homo sapiens” del Pleistoceno medio (ca. 500.000 años ha).

Al descubrir al Sinántropo, se encontraron vestigios del rito funerario más primitivo que disponemos.

Entierro ritual: extracción del cerebro por medio de un orificio en la parte occipital del cráneo, para comérselo en un banquete ritual. (Hasta hoy se practica el mismo rito en grupos tribales primitivos en la isla de Borneo)…

También se ha descubierto estas prácticas en los esqueletos tipo Neardental (100.000 años después).

¿Significado?

“Pareciera que el cerebro había sido extraído del cráneo y comido a fin de que pudieran ser transmitidos a los vivos los atributos mágico-religiosos de los muerto… El deseo de conservar los trofeos, como es el caso en el culto de los cráneos, parece haber sido inspirado por la idea de guardar una reliquia detentora de un poder especial; la extracción del cerebro y el acto de comerlo era una forma de comunión con el muerto, o un medio de compenetrarse de su fuerza y de sus virtudes”.

Aquí y en otras prácticas hay implícita la existencia de una mentalidad de tipo mágica de difícil certificación…

LA MAGIA

1. Características principales

La magia no es propiamente un tipo de religión.

Entendiendo religión como fe en determinados poderes sobrenaturales.

“la religión mágica” remite a “poderes sagrados”

quien creyera en otros “dioses” ya estaría fuera del ámbito propio de la magia.

La actitud mágica no depende de los poderes en los cuales alguien cree, sino de la forma como intenta relacionarse con ellos.

La magia es una especie de “técnica ritual” que intenta imponerse el propio deseo a la realidad, con el control o la utilización de poderes ocultos o trascendentes…

Puede haber actitud mágica referida a cualquier tipo de creencia religiosa o al margen de ella.

(Frazer) “La magia ha precedido a la religión”… -indígenas en Australia-… casi desconocen la religión como propiciación u obtención de auxilio de poderes superiores.

Magia à ámbito psicológico (conciente e inconciente)

búsqueda narcisista de seguridad

pretender ser “omnipotente”

imponiéndose su propio deseo a la realidad.

Rito mágico à confiar en la secuencia segura (proceso invierno y primavera)

Actitud mágica. Características:

i. (principal) Pretender que el rito practicado sea eficiente y automático.

La realidad está sometida al efectuarse el rito.

El hombre puede sentirse seguro frente a la realidad, gracias al control automático confiado al rito mágico.

Cuando el efecto automático esperado no se produce pone en duda su eficacia automática y mantiene al hombre en su inseguridad angustiante.

Ahí se recurre al pretexto de la “falla técnica”.

El rito siempre resulta automáticamente, cuando está bien ejecutado.

ii. Escrupulosidad en su ejecución. El brujo o mago, como especialista, es quien conoce y puede garantizar la exactitud mágica de las normas o “rúbricas” correspondientes a cada rito.

A pesar de todo esto el rito falla.

Esto podría nuevamente poner en duda la supuesta eficiencia automática del rito y volviendo al hombre a la intolerable inseguridad…

Los ritos mágicos tienen complicación.

Si es simple el rito y falla es fácil repasar los aspectos controlables del rito y verificar donde se produjo la falla (si es que la hubo). Al ser complicado, se puede dificultar la verificación de la “falla técnica”… no es necesario pensar en “mala voluntad”, sino que un mecanismo inconsciente o estructural determinado por el narcisismo humano en búsqueda desesperada de seguridad controlada.

iii. Carácter homeopático. “lo semejante produce lo semejante” (“de tal palo, tal astilla”).

2. Origen del “poder mágico”

Garantía del éxito del ritual mágico es que todo se haga de acuerdo a lo establecido sin “falla técnica”.

Quien se asegura el correcto ritual es el especialista iniciado en los “secretos” o exigencias rituales.

El especialista del rito debe ser formado en una rigurosa preparación.

Desde el narcisismo todo ser humano tiende a ser su propio mago o brujo.

El hombre de las sociedades totémicas distingue la energía o poder mágico que tiene y maneja el especialista del rito o brujo, el elemento material en el cual localiza el secreto del poder mágico que ha recibido –hueso o piedras especiales (cuarzo o cristal de roca)- se asume que el elemento ha sido introducido en el cuerpo del mago y gracias a ello él tiene el poder mágico.

Además tiene una iniciación técnica como apoyo al secreto del poder.

Se introdujo el objeto por herencia familiar, iniciación por parte de otros magos o brujos o –el más común- revelación personal o directa en sueño o éxtasis (poder que viene de espíritus (sombras) de ancestros muertos).

(entre aborígenes australianos) el “iniciado” brujo ha consumido en canibalismo ritual parte del cadáver del brujo muerto, asimilando su “poder”…

3. Magia y “mana”

El secreto del poder mágico a menudo va vinculado a otro elemento, presente en determinadas personas u objetos, que los convierte en trasmisores, por “contagio”, del poder especial que habita en ellos. Este “contagio” tiene una connotación de “mancha”, convirtiéndolos en “temibles” y “fascinantes”. Así alguien o algo que tiene este “poder” especial queda separado de la dimensión profana (espaciotemporalidad cotidiana) y le da un atractivo especial, ante la necesidad humana de tener acceso a la realidad trascendente. Ello determina la ambivalencia de lo “sagrado”, propia del “tabú”.

Ese poder sagrado es llamado “mana”, de modo genérico, (procede de indígenas de la melanesia). Quien ha recibido el “poder mágico” tiene un “mana” particular, y eso es “tabú”, es decir, temible porque “mancha” o “contagia”; además es especial porque es “peligroso” y puede exorcizar los espíritus o fuerzas malignas que han contagiado o “poseído” a alguien.

El “mana” es inherente a toda realidad profana que tenga “poder”. Siempre está vinculado a una “persona”. Se proyecta antropomórficamente en las fuerzas de la naturaleza (tempestad, víbora-cazador). Toda acción es eficaz debido a que quien la ejecuta tiene “mana”.

La separación específica entre profano-sagrado y objeto-sujeto no es clara entre los primitivos.

Así lo “sagrado” es una creencia de la realidad “temible” y deseable, siempre hay algo del “poder mánico”.

La institución de la “magia” busca en ese “poder sagrado” la defensa con respecto al carácter peligroso y temible de ese mismo poder sagrado. (También está presente en las culturas y religiones más desarrolladas).

Durkheim: “No estudiamos la religión arcaica de que vamos a tratar por el mero gusto de contar sus rarezas singulares. Muy al contrario, hemos tomado esa religión (primitiva) como objeto de nuestra investigación porque nos ha parecido más apta que cualquiera otra para hacer comprender la naturaleza religiosa del hombre, es decir para revelarnos un aspecto esencial y permanente de la humanidad.”

C. CREENCIA PRIMITIVA EN UN “SER SUPREMO”

En casi todas las culturas primitivas se encuentra la creencia en un Ser Supremo o “dios del cielo”. (Discusiones de estudiosos respecto a monoteísmo, politeísmo o animismo).

La etimología indoeuropea del término “dios”, conservada en el idioma sánscrito de los Vedas, muestra que la raíz “div” significa “brillar”, identificándola con la luz proveniente del cielo, que permite discernir con claridad lo que ocurre en la tierra. De eseta manera “dios” es quien tiene la “perspectiva de altura y de luminosidad celeste” para poder juzgar en definitiva los actos humanos con conocimiento de causa.

Y es el “juicio” precisamente lo que las culturas primitivas reservan para el Ser Supremo en el cual creen, que no recurren nunca a él para pedir favores cotidianos, sino que para ello se remiten otros poderes sagrados. Por lo mismo el Ser Supremo no tiene tampoco culto ni se lo vincula a ritos mágicos, sino que estos están relacionados con los otros poderes sagrados que actúan útilmente en la cotidianidad del mundo y del hombre.

El tema del “alejamiento” u “ociosidad” (“Deus otiosus”) del Ser Supremo, en las culturas primitivas, es bien conocido. Para la mayoría de esos pueblos, el Ser Supremo fue el creador y el que garantiza la ética de las relaciones entre los seres humanos y es la única divinidad a quien invocan como padre. Pero consideran que, una vez ese Ser Supremo hubo creado el mundo, se alejó y permanece inactivo en la lejanía del cielo. Desde entonces el mundo está regido por poderes sagrados inferiores, y es a ellos a quienes van dirigidas las plegarias de petición y el culto mágico. La conciencia de ese alejamiento del Ser Supremo lleva a que el hombre primitivo atribuya a ese Ser Supremo una especie de desinterés con relación al mundo de los hombres. De tal manera que sólo recurre a él en casos de catástrofe extrema, cuando los demás poderes sagrados se han mostrado impotentes para solucionar una situación límite, o como recurso “final” de justicia.

Conclusión

· El fenómeno religioso es una dimensión antropológica universal, presente en la vida humana desde sus orígenes más primitivos.

· Hay creencias en un “más allá” con características animistas.

· Hay conciencia humana en la propia inconsistencia, lo que lleva a “ritos mágicos” para tener eficiencia automática. Pretensión narcisista de “omnipotencia del deseo” (característica humana desde la primera infancia).

· Los ritos van vinculados a creencias consideradas eficientes por el poder propio de la misma acción mágica.

“mana” à poder inherente a determinados sujetos u objetos

“tabú” à carácter de ambivalencia, propio de la relación hombre con lo sagrado

En lo primitivo el mundo entero es sagrado y no hay distinción clara entre lo profano y lo sagrado.

Hay objetos y personas más “poderosas” (con más mana) [más temibles] que otras.

El rito mágico utiliza ese poder y, a la vez, intenta defenderse de él.

Hay demostradas formas de creencia en un Ser Supremo con connotaciones “celestiales”, creador del mundo y garante de la diferencia entre el bien y el mal. No es un “monoteísmo primitivo” (es posterior).

Ser Supremo à es un dios que ha creado el mundo y “se aleja”al cielo remoto.

Intervienen en el mundo poderes divinos secundarios…

Es el garante de la justicia final (hay una ética involucrada)

Es considerado padre que está en el cielo.


martes, 27 de marzo de 2007

PROGRAMA

UNIVERSIDAD DE LA SERENA

PROGRAMA CURSO ELECTIVO

ASIGNATURA: RELIGIONES, ECUMENISMO Y SECTAS

PROFESOR: Carlos Gabriel Bolelli Serra, Presbítero

ANTECEDENTES PERSONALES:

Sacerdote Católico

Licenciado en Ciencias de la Ingeniería (USACH)

Licenciado en Ciencias Religiosas (UCN)

Licenciado en Educación (UCN)

Profesor de Religión Católica para Enseñanza Media

OBJETIVOS:

ü Conocer y comprender las directrices de las principales religiones, tendencias religiosas y sectas.

ü Despertar el espíritu crítico, capacidades de distinción y de diálogo entre y con las diversas expresiones religiosas en la pluralidad cultural emergente.

PROGRAMA:

1. Búsquedas primitivas de religiosidad

1.1. Primeros vestigios de religiosidad

1.2. La Magia

1.2.1. Características principales

1.2.2. Origen del poder mágico

1.2.3. Magia y “mana”

1.3. Creencias primitivas en el Ser Supremo

2. El ser humano como incógnita y como búsqueda

2.1. Situación del ser humano en el mundo

2.1.1. Problema de la muerte

2.1.2. Problema de la vida

2.1.3. Problema de la convivencia

2.2. Alienación y opresión

2.3. El “pecado original”

2.4. Reducción inmanentista del problema del hombre

2.4.1. En el positivismo científico

2.4.2. En la filosofía moderna

2.4.3. En la postmodernidad

2.5. Intuición radical del sentido del hombre

2.5.1. Aporte de la fenomenología religiosa

2.5.1.1. Concepto de fenomenología religiosa

2.5.1.2. Profano y sagrado

2.5.1.3. Mito y rito

3. Religiones

3.1. Cristianas

3.2. No cristianas

4. Ecumenismo

4.1. Definición y alcances

4.2. Consejo Mundial de Iglesias

4.3. Iniciativas ecuménicas

5. Sectas y Nuevos Movimientos Religiosos

5.1. Grupos de origen cristiano

5.2. Grupos de origen oriental y cultos autóctonos

5.3. Grupos de origen esotérico y de “potencial humano”

5.4. Otros

ESTRATEGIAS DE TRABAJO:

ü La asignatura será desarrollada por medio de exposición del profesor, debates, talleres y seminarios. Con apoyo multimedia.

EVALUACIÓN:

ü Dos exposiciones por alumno(a), al semestre (con la utilización de multimedia) que creen espacios de intercambio de opiniones.

ü Una prueba escrita parcial.

ü Una prueba final, escrita.

BIBLIOGRAFÍA BASE:

  1. BENTUE, ANTONIO, Dios y dioses, historia religiosa del hombre, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago de Chile, 1ª edición, 2004
  2. BENTUE, ANTONIO; La Opción Creyente, Editorial San Pablo, Santiago de Chile, 4ª edición, 1995
  3. SAMPEDRO, FRANCISCO; Manual de Ecumenismo, Ediciones Paulinas, 1ª edición, Santiago de Chile, 1989
  4. BOSCH, JUAN; Para Conocer Las Sectas, Editorial Verbo Divino, 3ª edición, Navarra, España, 1996

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA:

5. BOSCH, JUAN; Para Comprender el Ecumenismo, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1991

6. MARDONES, JOSÉ MARÍA; Para Comprender las nuevas formas de la religión, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1994

7. JOMIER, JACQUES; Para Conocer el Islam, Editorial Verbo Divino, Navarra, España, 1989

8. El Corán, Editorial Herder, Barcelona, España, 1992

9. Biblia de Jerusalén, Editorial Declee de Brouwer, Bilbao, España, 1975

10. POUPARD, PAUL; Diccionario de las Religiones, Editorial Herder, Barcelona, España, 1987

11. Catecismo de la Iglesia Católica, Librería Editrice Vaticana, 1992

12. ELIADE, MIRCEA; Historia de las creencias y de las ideas religiosas, Ediciones Cristiandad, Madrid, España, 1978

13. Algunos artículos de la Revista Humanitas de la Pontificia Universidad Católica de Chile: http://www.humanitas.cl/index.html